domingo, 1 de septiembre de 2013


“El ángel al que se le rompieron las alas”
Allí donde el crepúsculo se adueña
y no da lugar a luna ni estrellas.
Allí donde reposa la soledad,
de miradas tristes en la oscuridad.
Donde mueren los sueños de antaño
y hoy palidecen las canciones de amor,
la ternura anclada, fondeada de la vida,
la nostálgica mirada perdida, desorientada.
Ha de ser salvada esa maldición
por los entrañables seres alados,
que revolotean entre jardines de flores
flores de pétalos blancos que cubren su cuerpo.
Sólo queda al descubierto sus ojos  ,
de limpia mirada y su pelo negro,
siempre dispuestos a oír infortunios,
a atender , escoltar, acompañar soledades.
Hasta que un día uno de ellos no puede más,
sus alas se rompen, se quiebran
dio tanto amor a quien no lo merece,
que aprisionado y entre murallas duerme.
Un fantasma en un cuerpo enfermo,
con caminos olvidados, arrinconados,
ya no puede volar el viento le arrastra,
se dejan llevar de aquí para allá.
Puede que sin el saberlo quedó preso
en el corazón solitario de una mujer.
Ella es el viento que no podrá tocar jamás
y el ese cielo azul que ella sólo podrá mirar.
     Isabel María

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