“El ángel al que se le rompieron
las alas”
Allí donde el crepúsculo se adueña
y no da lugar a luna ni estrellas.
Allí donde reposa la soledad,
de miradas tristes en la oscuridad.
Donde mueren los sueños de antaño
y hoy palidecen las canciones de
amor,
la ternura anclada, fondeada de la
vida,
la nostálgica mirada perdida,
desorientada.
Ha de ser salvada esa maldición
por los entrañables seres alados,
que revolotean entre jardines de
flores
flores de pétalos blancos que cubren
su cuerpo.
Sólo queda al descubierto sus ojos
,
de limpia mirada y su pelo negro,
siempre dispuestos a oír infortunios,
a atender , escoltar, acompañar
soledades.
Hasta que un día uno de ellos no
puede más,
sus alas se rompen, se quiebran
dio tanto amor a quien no lo merece,
que aprisionado y entre murallas
duerme.
Un fantasma en un cuerpo enfermo,
con caminos olvidados, arrinconados,
ya no puede volar el viento le
arrastra,
se dejan llevar de aquí para allá.
Puede que sin el saberlo quedó preso
en el corazón solitario de una mujer.
Ella es el viento que no podrá tocar
jamás
y el ese cielo azul que ella sólo
podrá mirar.
Isabel María